jueves, 31 de marzo de 2011

Javier Cámara - Para qué sirve un oso.


Javier Cámara (Albelda de Iregua, La Rioja, 1967) vuelve al campo. ‘Para qué sirve un oso’, el alegato medio ambientalista de Tom Fernández, hace regresar al la naturaleza al cómico que encandiló al público junta a Carmen Machi en ‘Qué se mueran los feos’. En esta ocasión le acompaña Gonzalo de Castro, para demostrar que la conexiones de ‘7 vidas’ siguen dando sus frutos.

-¿Para qué sirve un oso?
-Sería fácil responder que para comer madroños, pero imagino que el director, Tom Fernández, quería señalar la tarea tan importante de conservación de nuestros espacios verdes y al cuidado de la naturaleza. Digo yo…. entiéndelo, el chico es de Asturias y allí se lo están currando. Por otra parte él ama los animales y nos ha enseñado a hacerlo.

-¿Tienes alguna anécdota curiosa de la relación con el oso de la película?
-¡El oso fue un profesional! Lo hizo mejor que nosotros. Vino, triunfó, se comió unas salchichas y se fue. Lo más anecdótico fue que el señor director le metió el brazo en la boca Sí, es un poquito kamikaze... ah, por cierto, ¡al oso no le gustaba la miel!

-¿Y le gustaba Internet? Con la que hay montada entorno al cine español y la red… ¿Tu cómo lo ves, es un problema o una solución?
-No es un problema. Es un lugar inmenso que a veces da miedo por su descontrol, pero que también es altamente divulgativo. Además todo cambia muy deprisa y ahora hasta hay gente que ve películas en un móvil. Llámame clásico o corto de vista, pero yo no podría. El cine fue un invento maravilloso del siglo XX, y ahora tiene que hacerse hueco entre tanta oferta y medios aparentemente enemigos… Debe aclimatarse, pero creo que aún le queda una larga vida, sobre todo por la cantidad de talento que genera.

-¿Qué les dirías a las personas empeñadas en cuantificar la calidad del cine, especialmente el español, por su recaudación de taquilla?
-Últimamente estoy un poco reñido con la cantidad de lugares comunes en los que caemos. El del cine español es uno de ellos. No tengo nada que decirles a las personas que son críticas con el cine español. Intentaré hacer mejor mi trabajo para que se acerquen y disfruten.

-¿Y una política de austeridad en la industria qué te parecería? El teatro mueve mucho menos capital y no por ello es una arte menor.
-El teatro y el cine son completamente diferentes. !Claro que mueve menos capital! Una película necesita de mucha gente y más dinero que la mayoría de producciones de teatro. Cada uno tiene sus pros y sus contras. ¿Política de austeridad? No lo sé, no dispongo de datos... A veces creo que se estrenan cintas que pasan una semana en cartel y no tienes ni oportunidad de verlas. Debemos seguir mejorando en cómo hacer y cómo vender nuestro trabajo. No sólo hace falta dinero.

-¿La gente tiene cosas más urgentes de las que preocuparse y se ha olvidado de los temas medioambientales?
-Llevas razón... hasta lo de Japón. Esos terremotos parece que van a cambiar los acontecimientos. El movimiento ecologista ayuda a reflexionar sobre tantos desmanes que se cometen y en muchos casos necesarios pasan a la acción. Es bueno que estén representados en el Gobierno. Aún así, yo defiendo en la película el espíritu del científico proteccionista James Lovelock que apoyaba el uso de la energía nuclear al menos hasta que haya otra mejor y, sobre todo, más sana con la que seguir avanzando en este loco mundo que depende tanto de ella. Y el dice que todavía falta tiempo para conseguir esa energía limpia, pero que se está en el camino.
-Alejandro (el personaje encarnado por Gonzalo de Castro) y Guillermo son casi dos eremitas. Sin embargo dan algo de envidia, ajenos al mundanal ruido.
-Pobrecitos. Son seres perdidos que solo se encuentran a si mismos en la soledad de una montaña o en los hielos eternos de la Antártida. Son tal para cual. Defienden a los osos pero no saben relacionarse con las personas. Es una de las paradojas del filme.

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